lunes, 16 de marzo de 2009

INFANCIA DE MAR

(Por Taty Cascada)

Mis diminutos pies,se adherían en perfecta conjunción transversal, a la arena blanca tibia,y perlada. Mis ojos,pequeñitos y agudos,como perlas del oriente.Observaban a lo lejos, la inmensidad del océano. ¡Cuanta inmensidad!, ¡cuanta majestuosidad!. Tantos destellos de luces, tantas mezclas de colores. Nadie más que yo, miraba las mixturas oceánicas. Los verdes, azules, y plomizos, conformaban un cuadro que mi ojo, no podía de por si abstraer. El sonido de cientos de voces,que jugaban con las olas,no tocaban mi persistente abstracción mental.Mientras tanto, mis dedos de carnes blancas, continuaban hurgando en la arena. Buscaban tesoros ocultos, joyas marinas, caracolas de nácar, algún molusco extraviado...

La voz de mi madre, era el único sonido que me lograba reflotar a la realidad. Su sonido obtuso, por el enfado de no entender, que representaba para mi,esa extraña fascinación por el mar. Siempre constituyó para ella, un pequeño laberinto, que nunca logró del todo descifrar....¡Níñerías, niñerías!- repetía con cierto enfado-,mientras fijaba sus ojos tono esmeralda, en los mios, y yo como respuesta le devolvía otra mirada,todavía aún,más inexpresiva.

Para mi madre, siempre mis "rarezas espirituales", constituían pequeños eslabones, a los cuales nunca pudo acceder....Para ella,el mar, era sólo eso, mar, agua salada, agua que divertía y que provocaba un agradable sensación en la sudorosa piel....Pero para mi, encarnaba mucho más que eso...

Yo,era siempre, la primera en correr con mi balde de agua,en busca de algas. Indagaba pequeñas lagunas que se formaban entre medio de las rocas.-Lugar mágico, y misterioso, donde elaboraba las más fántasticas historias para imaginar-. Los pequeños moluscos, eran mis servidores. Los cangrejitos diminutos, mis soldados dispuetos a salvarme. Las rocas, mi castillo encantado. Que mundo más preciado tenía en mi imaginacíon, un mundo creado por las olas que me acariciaban los pies, un mundo de arena que me regalaba la paz de la sensaciones táctiles..Soñaba en ese pequeño mundo, nadie entendía que mi soledad no existía.Que siempre persistía en estar aislada de los demás, porque ni mi madre sospechaba que yo era la reina en ese mundo de rocas.Que no estaba sola, tenía mis súbditos,mis leyes,y todo lo reglamentaba mi imaginación.Que las gaviotas, no eran aves, eran dragones que intentaban atacarme ,entonces el mar era mi reducto de canales que me envolvían, y que me resguardaban de tales bestias de fuego....

Nunca nadie entendíó, mi seducción por el mar. Quizás, con los años, mi madre algo logró asimilar....Se dió cuenta,que mi mundo no era el mundo de la realidad,que más bien gustaba de las abstracciones,de los sueños,de los libros que me llevaban lejos, muy lejos, por lugares ignotos,jamás visitados.Que me podía apartar de lo tangible, para instalarme en las quimeras,que podía navegar de la mano de Poseidón en su carro de delfines, acompañado de tritones y ninfas marinas.Que podía adentrarme, en el mundo de las hadas, con absoluta soltura y seguridad. Que el idioma de los árboles,era entendible por mis oidos, que los podía escuchar hablar, de sus cimientos de raíces, de sus rabias e iras de hojas, de sus alegrías expresadas en frutos, y flores de azahar...

Sé que mi alma, tiene parte de algas,que mis latidos,son los sonidos del mar.Ya, no soy niña, la pequeña de ojos ávidos de conocimiento, crecí, soy ahora una mujer, una mujer madura. Pero, que todavía no ha perdido la facultad de soñar, que aunque todo esté en contra,aunque la realidad me aplaste los sesos, nunca abandonaré a la pequeña que dibujaba en la arena, corazones con sus dedos. Que plasmaba castillos, con diminutas algas, que jugaba a contar olas,una tras otra,intentando decodificar su desconocida secuencia. Que absorvia con placer el olor salino, y oxidoso de las rocas, que impávidas e inalterables se erguían como seres mitológicos,firmes y seguros...


Sé,que mi corazón tiene el sonido acompasado, rítmico de las olas, acariciando la arena. Que amor más sublime, y profundo los une a ambos. Se besan,se tocan,se observan,juegan. Y, en las noches con la marea,la arena se entrega en completa fusión de sentires. Se aman, enloquecen en las noches, se poseen mutuamente,se enternecen. Y al amanecer, el mar, cual amante sigiloso, se aleja despacito,para que la arena seque su humedad, y espere la tarde para nuevamente entregarse a sus ansiosos brazos de algas, olas y estelas blanquecinas...

Siempre que mi alma llora. Llora,con lágrimas de mar,llora con atardeceres y ocasos de olas....Es inevitable,inevitable mi conexión con el mar...Mi refugio de algas, caracolas y rocas siempre está en mi interior.

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